Seguridad Ciudadana: del orden a la conflictividad

Radio Kermés entrevistó sobre el paradigma de seguridad ciudadana al especialista Francisco Bompadre. Derechos laborales para la policía, el rol del Ministerio, las intendencias y los movimientos de derechos humanos. 

Provinciales 24 de noviembre de 2020 Redacción: InfoHuella Redacción: InfoHuella
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Aquí la nota completa de Cintia Alcaraz con foto de Dagna Faidutti / Radio Kermés.

La provincia de La Pampa al día de hoy mantiene vigente una ley de policía nacida en la dictadura. Son 40 años de atraso con la democracia la obligan a no demorar más la derogación y sanción de una ley integral de seguridad.

Desde hace un año, la Colectiva por una ley de Seguridad Ciudadana puso en el escenario de las discusiones que transforman la historia, el rol de la ciudadanía en esta construcción legislativa. Pronto, el Ministerio de Seguridad elevará su proyecto de ley al Gobernador.

Para medir sobre los aspectos profundos de una ley que puede ser paradigmática, conversamos con Francisco Bompadre, profesor de Sociología Jurídica en la UNLPam. El especialista viene trabajando desde hace tres años sobre la agencia policial pampeana junto a sus estudiantes.

“La primera vez que les dije que había una ley de facto que tenía 40 años, no me creían”, contó el abogado. 

-¿Cuál debería ser el núcleo de esta Ley Integral de Seguridad Ciudadana?

-Conducción civil con mucha presencia de Ministerio de Seguridad. Despolicialización de la seguridad y laboralización del trabajo policial.

Y después la intervención política. La comunidad tiene que intervenir en sus diferentes formatos a través de Colegio, a través de asociaciones gremiales, política, periodística, de derechos humanos, de género, a través de la Universidad y sobre todo a través de las Intendencias porque son la primera trinchera de conflictividad.

Pensar la seguridad como una producción muy tangencial. Ya tenemos que olvidar que solamente se encarga el Ejecutivo y la policía. Y, además, hacer políticas no solo respecto a lo que pasa en los medios de comunicación. Lo que pasa en otras jurisdicciones mucho más conflictivas no es lo que pasa acá. Por eso hay que hacer encuestas de victimización.

-¿Por qué creés que llegó en este momento el debate público sobre la necesidad una ley de seguridad ciudadana? 

-Primero son 40 años de una deuda democrática, digamos, medio inexplicable en un sistema político medianamente bien estructurado, que no ha tenido intervenciones políticas del Gobierno central, ni grandes escándalos en la provincia.

Digo, la verdad es que 40 años es un tiempo más que suficiente para decir ‘che, muchachos, no hemos derogado una ley que viene además formateada del '80 ’81, o sea, la doctrina de la seguridad nacional, del peor momento de la represión, cuando todas las policías estaban sujetas a jurisdicción federal, militar.

- ¿Y entonces por qué ahora?

- Primero, no hay que restarle mérito a la participación del Movimiento de Derechos Humanos, luego devenido en la Colectiva por una Ley Integral de Seguridad Ciudadana. Me parece que cuando esto se quería hacer como una ley más institucional acordada entre el Poder Ejecutivo y Poder Legislativo y alguna mirada de la Jefatura de Policía, el Movimiento pidió intervenir, participar, ampliar otras miradas. De alguna manera, reactualiza esa dinámica de leyes anteriores, que incorporaron miradas de Colegios de profesionales, del Poder Judicial, de la Universidad y sectores. Un ejemplo es la ley del Defensor del Niño.

El gobierno sabe que esa dinámica funciona, que tienen más consenso. Y además de alguna forma, una nueva generación de gobernantes, una nueva composición de la Cámara Diputados empieza a sentir las demandas de las fuerzas de seguridad.

- ¿Cuáles son esas demandas?

- El derecho laboral, acá no llega el derecho laboral. Es todo derecho administrativo. Eso es una mirada muy dura con el Estado Policial como eje y como premisa que coordina todo el trabajo, el desempeño, los ascensos, las calificaciones. De alguna manera hay un problema que elaborar, porque las problemáticas de la policía, la huelga, los planteos, vienen por cuestiones laborales.

El punto es que una policía bien paga, una policía con buenos equipos, una policía conducida civilmente, no es fácil de corromper y de intervenir para una medida política. Ahora, si tenés malos salarios, malos equipos, chalecos vencidos, seccionales en las que se te caen a pedazos los techos, sin agua caliente donde pasás dos días haciendo turno, eso hace más fácil que te utilicen para otros intereses más allá de lo meramente policial.

Desde el peronismo no podés negar su derecho laboral. No podés no entender a la policía como a un trabajador. Y esa es otra definición, porque si no qué es un trabajo. Claro, es un trabajador particular, porque tienen la fuerza pública, un arma, tiene la posibilidad de detenerte no lo pueden ignorar.

 El Estado no puede seguir mirando en pleno siglo XXI como si la Constitución, el derecho laboral, los derechos humanos esquivaran al policia.

- ¿Qué otras perspectivas debería tener una ley integral de seguridad?

- Bueno, básicamente la que a mí más me gusta reivindicar es la de “darle fierro al Ministerio de Seguridad”. Ese Ministerio nació débil en un sentido institucional y administrativo. La mayoría de los recursos, la mayoría del presupuesto de las funciones de la policía, no los tiene el Ministerio.

Hoy vivimos bajo una premisa errónea que es la policialización de la seguridad. La seguridad es mucho más que la policía. Producen seguridad la Cámara de Diputados, los intendentes, la comunidad. Hay un sinfín de actores que producen seguridad o coadyuvan a producir seguridad o inseguridad.

Segundo punto: la Administración de la policía. La policía tiene que hacer de policía. Un agente no puede estar poniendo un sello o lavando el auto de la seccional. La policía se tiene que dedicar a hacer las tareas propiamente policiales y profesionalizarse. No puede un agente estar tres años en la comisaría, dos años en sección canes, dos años en Bomberos. Es un derroche de dinero por parte del Estado y la ciudadanía. Vos tenés que profesionalizar a un tipo que esté 20 años a la brigada y que entienda cómo funciona, que haga escuela y que le enseñen lo nuevo que viene.

Entiendo que en los últimos años se han dado cuenta de esto y han dejado en muchos lugares que se armen cuadros policiales. Eso está muy bien, porque si no, no hay manera de que vos puedas entender una burocracia en el sentido weberiano, que funcione, que sea predecible. Hay que formar perfiles.

- ¿Cómo se le imprime a toda esa profesionalización la perspectiva en derechos humanos?

- Lo mismo que te decía: dándole fierro al Ministerio de Seguridad, la conducción civil de la policía. El gobernador ya anunció que la Escuela de Policía pasa a depender del Ministro de Seguridad y que va a ser un instituto de formación superior. Ahí tenés una clave.

Esto va a terminar con la endogamia de los comisarios que se retiran y vuelven para dar clases, los fiscales que dan clases, el no me gustás y te cambio por otro profesor. Es fundamental una conducción civil en la formación policial y central en las articulaciones con el ministro de Educación, con la Universidad, etc.

No es lo mismo que el programa de formación lo haga el Ministro de Seguridad a que haga la Jefatura y que el Ministerio vise y ponga la firma.

- En una entrevista, la ministra nacional Sabina Frederic dijo haber comprobado que aún con la profesionalización de las FFAA, subsistían las lógicas militares de siempre.  Que a pesar de que esa escuela de formación se convirtió en una suerte de universidad, les hacían coexistir el régimen físico. Incluso les hacían cumplir tareas más pesadas y no tenían tiempo ni posibilidad de estudiar

- Eso es la disputa entre normativa y cultura. ¿Qué es la cultura policial? Estamos en el patrullero charlando, haciendo chistes en la seccional, nos juntamos a jugar un partido de futbol, vamos al casino de suboficiales. Ahí se pone en juego la institución todo el tiempo.

Esos policías son hablados por el discurso oficial, una institución que tiene 100 años, 150 años, que se nutre de un montón de dinámicas que no tienen que ver con la formación. Le podés dar un montón de formación a los cadetes el primer tiempo, pero si pasan más horas con el compañero más viejo hay un choque de dos lógicas y va a ganar siempre la cultura por sobre la formación. De alguna manera hay que tener un control permanente de la formación.

Si vos tenés un compromiso con la producción de seguridad pública, tenés que estar obligado a formarte todo el tiempo. No puede quedar ese aspecto en una decisión personal. Un médico, un docente se forman durante toda su vida. Porque si no, aunque el jefe de la seccional le diga ustedes tienen que hacer este tipo de seguimiento y no tienen que detener por averiguación de antecedentes, lo van a hacer igual, porque está la costumbre, lo que saben hacer.

- Venimos batallando con la perspectiva de género en todos los ámbitos públicos y privados, pero desde mi punto de vista, incorporar más mujeres no garantiza que eso suceda que eso se incorpore a la práctica

- Las mujeres tienen que entrar aunque no tengan la perspectiva de género. Por lo menos visualmente te cambia y después se divide en trabajo militante y de política pública. Pero siempre es peor si no hay mujeres.

- ¿Cuántas mujeres tiene la policía de La Pampa?

- El último relevamiento que habíamos hecho con los estudiantes de Sociología en 2019, con varios grupos que estudian perspectiva de género de la policía, arrojó que eran 2500 agentes en total y había unas más de 500 mujeres. Esto da 20%, es un porcentaje muy bajo, pero eso no es el único problema. Es el primero, el segundo es que cuando vos avanzás en los cargos jerárquicos, los doscientos y pico de cargos jerárquicos que tiene la policía, la representación baja al 8%. Ahí ves el techo de cristal.

Eso es lo cuantitativo, en lo cualitativo las mujeres ocupan lugares en ceremonial, protocolo, escuela de policía, relaciones públicas, asesoría jurídica. Por supuesto en la oficina de niñez y adolescencia.

La institución reproduce los estereotipos de la sociedad patriarcal en general. Ahora hay algunos cambios, la mujer que conduce la Brigada de Pico, pero falta mucho. Esto sucede en todas las altas esferas de Poder. En la Universidad, en el Conicet, en la Corte Suprema. Lo que pasa es que la Policía es una institución que se conformó por hombres pensado por hombres, básicamente para controlar a otros hombres. El control social de las mujeres es más informal, viene de otro lugar, tiene que ver con el espacio privado doméstico que con el espacio público.

 

- Bueno, pero en la actualidad creció exponencialmente la criminalización de las mujeres pobres, migrantes, de las trans, ligada al comerció de la droga para la supervivencia… 

- Ahí empieza el problema social, que excede la institución. Empieza a aumentar la tasa de representación de causas penales, de una conflictividad que estaba presente en la conflictividad diaria. El sistema no está preparado para atender mujeres.

- La conflictividad social es el punto neurálgico de la problemática de seguridad…

- Por eso es fundamental la articulación del Ministerio de Seguridad con los Intendentes. El Intendente conoce los barrios, la región, sabe con qué personal cuenta, los programas que puede poner en juego. La primera línea de batalla de la conflictividad social son las ciudades. La Intendencia han sido un actor históricamente relegado. Los intendentes se cansaron de esto, porque se dan cuenta de que cuando hay un caso de inseguridad que implica la muerte a un niño o una niña, algún hecho con connotación sexual grave, termina también afectando a su gestión. Algunas intendencias tienen consejos de seguridad democráticos que tratan de abordar, con otros actores, las problemáticas sin pisarle las funciones a la provincia o la nación.

La municipalidad puede ocuparse de un montón de cuestiones. Desde la seguridad de los colectivos, que son a veces líneas gestionadas a nivel local, hasta el tema de la luminaria, que para una mujer que se baja de noche y tiene que caminar hasta su casa, no es lo mismo una calle con luz o sin luz. Hay un estudio de mide la cantidad de recorridos de más que hacen las mujeres para evitar pasar por un baldío.

Las intendencias pueden intervenir en el espacio público para generar mayor sensación de seguridad subjetiva. No significa que va a haber menos delito, pero sí que la persona se va a sentir más segura al transitar. Esto es la no policialización de la seguridad.

- ¿Sabés algo de la ley que va a presentar el gobierno? ¿Pudiste ver un borrador?

- No, pero yo entiendo que el que el Ministerio ha sido muy perspicaz respecto a quiénes consultó.

Quizás por primera vez en sentido institucional consultaron a todos los intendentes y e intendentas de la provincia. También a la Universidad, a la Colectiva por una ley de Seguridad Ciudadana. No es fácil encontrar provincias que digan ‘vamos a discutir la ley de la policía y llamamos un montón de actores’. Debemos darle la relevancia que tiene.

Se consultó también a Desarrollo Social, junto con la Subsecretaría de Juventud armaron tres foros juveniles. En el último estuvo el ministro de Seguridad y el de Desarrollo Social, donde los jóvenes plantearon cuáles son las demandas sobre seguridad, qué piensan de la policía, qué les gustaría. La juventud es generalmente un objeto de control por parte de la policía, fue muy importante que se les diera voz.

Esta ley se cepilló, por decirlo de alguna manera.

También creo que los Colegios de profesionales deben interesarse en estas construcciones. Tienen que recuperar una mirada en la puja entre lo público y lo privado. Qué piensa el Colegio de psicólogos de esta ley, que piensan las trabajadoras sociales, los gremios. La Colectiva no se quedó esperando a que el Ministro de Seguridad la llame. Irrumpe en un debate público relevante para toda la ciudadanía, dice “tenemos cosas para aportar con el respeto debido. Nos gustaría decir estas cosas cuando podemos juntarnos a discutir esto". Entonces de alguna manera los colegios tienen que recuperar esa voz.

Pensemos que los psicólogos, los abogados, son actores que están todo el tiempo con la conflictividad social.

- ¿Hay algún estudio que demuestre efectividad en las policías municipales?

- Ahora las únicas policías municipales que hay están en la provincia de Buenos Aires y que tienen otra lógica. En esos casos, no se trata de darle mayor capacidad a los municipios, sino sacarle poder a la policía Bonaerense, porque es ingobernable, son 50.000 efectivos en un territorio que es igual a ocho países europeos.

Entonces la verdad es que no se pudo hacer todavía un estudio de si funciona o no funcionan y de hacerlo hay que ser muy focalizado: ¿funciona en Quilmes? ¿funciona Almirante Brown?

- Pero acá hubo un intento en la gestión de Tierno.

- En La Pampa no es una demanda, además nosotros no podemos porque lo impide la Constitución. Cuando Tierno fue intendente realizó un cuerpo de policía municipal que funcionaba en el actual Centro Municipal de Cultura. Esa policía no tenía armas, era una suerte de guardia urbana, pero no podía hacer un allanamiento, ni detener personas.

Si no tenés ninguna facultad legal, lo único que te queda es mirar qué pasa en la calle, ser una voz rápida de alerta temprana a la policía provincial.  No fue una experiencia buena en términos políticos, ni en términos de la policía, porque estaba muy mal entrenada.

Siete intendentes participaron activamente del conversatorio de la Colectiva y otros estuvieron escuchando. Nadie planteó esto.

- La mayoría de los especialistas en seguridad plantean que es necesaria la sindicalización de la policía. ¿Es posible en nuestro país? 

- Yo creo que tiene mucho que ver con qué grado de alcance se le dé a la sindicalización. Si es una sindicalización muy específica, que solamente defienda los derechos laborales y el desempeño laboral de la policía, es una discusión. Ahora, si vos hacés un sindicato tipo el de Estados Unidos que lo que hacen es un lobby para defensa de policías acusados de gatillo fácil, tenemos otra discusión. Esa segunda yo no la comparto para nada. De hecho, gran cantidad de sindicatos policiales quebraron en Estados Unidos, sobre todo en la época la tolerancia cero 2000, 2001, 2002, porque fueron tanta la cantidad de homicidios que tuvieron los policías o apremios ilegales en sedes policiales, que se la pasaron pagando demandas e indemnizaciones. Ahora, el modelo sindical que ha predominado en el mundo policial no es éste, es el europeo o el uruguayo.

Por ejemplo, se puede restringir el derecho a huelga o permitir uno más parecido al de servicio esencial. Los médicos estatales pueden ir a la huelga, pero tienen que garantizar la guardia mínima. Se puede establecer que no pueden hacer huelga en las dependencias del Estado, como pasó acá en diciembre 2013 con patrullero, con arma, con uniforme, en la Jefatura de Policía.

Si no hay nada es muy difícil, no se puede negociar con la policía que te tomó la seccional, que tomó el Comando Radioeléctrico, está con arma. No es una negociación, es una amenaza y una coacción. En Uruguay anda bastante bien, pero es un país muy chiquito que es y además es un país con poco conflictividad, con muchas características, muy diferente al resto América Latina.

- ¿Está preparado el movimiento de derechos humanos en Argentina para asumir esa realidad?

- Creo que se puede avanzar en alguna instancia intermedia que no llegue a la sindicalización, pero por lo menos conseguir una mesa de trabajo para los Oficiales y otra para los Suboficiales, porque son dos problemáticas distintas. Y que también tenga en cuenta las cuestiones regionales, no es lo mismo Pico que Santa Rosa o 25 de Mayo.

- ¿Hubo algunos intentos desde las asociaciones policiales?

- Exacto, llegó hasta la Corte Suprema. Fue un debate interesantísimo, hubo audiencia pública, participó Facundo Moyano, el movimiento sindical, participaron movimiento de derechos humanos para ver qué mirada tenía. Participó la delegación de la Asesoría Letrada del Gobierno, la Policía. Hay un montón de proyectos en el Congreso sobre la sindicalización policial. Incluso Patricia Bullrich había presentado uno cuando era opositora, pero cuando fue Ministra Seguridad nunca le dio estado a ese proyecto.

¿Si no cómo tratás esa conflictividad laboral para que no llegue a una huelga, para que no lleguen a una sedición? ¿cómo vehiculizás cuestiones que son básicas, que tienen que ver con las condiciones en las que se desempeña la policía? No puede ser que no tengan chalecos antibalas para las mujeres o ropa para las mujeres y tengan que usar los talles de los hombres. No se trata de cubrir los ilícitos de la policía, no es ese rol del sindicato y en eso hay que ser muy claro.

También hay una figura novedosa, que es el defensor de la policía o el ombusman policial. Es tomado de los modelos de los países bajos, de Bélgica y Holanda, y puede canalizar la demanda para que el agente no tenga represalias, porque todos sabemos que las represalias son muy sutiles, como los traslados, baja de calificación, etc. De alguna manera, con esta figura humanizás al policía, le das una voz en lo laboral.

- ¿Y cómo se elegiría ese Defensor?

- Por un sistema de selección de antecedente, tipo el defensor de niño, con período delimitado tres años, cinco años, los que sean. Me parece muy interesante que sea elegido por el propio policía. Voto secreto garantizado en cada seccional, en cada dependencia. Entonces, de alguna manera ese tipo tiene la legitimidad de plantarse en una a instancia de mediación pseudo sindical, pseudo gremial, le va dando otra herramienta a la policía y rompe con esa cultura autoritaria, verticalista.

- ¿La policía quiere una nueva ley de seguridad?

- Con los y las estudiantes hemos hecho entrevistas a la policía. Muchos eligen hacer sus tesis sobre la agencia policial. La verdad es que cuando entrevistaron a suboficiales recogieron muchas quejas sobre los oficiales, hay muchas quejas respecto a los regímenes disciplinarios, las sanciones y sobre la imposibilidad que tienen de discutir las órdenes. Lo que yo entiendo es que hay un montón que creen que el sistema falla.

Por supuesto que a medida que vos subas el grado de los oficiales, más llegando a subcomisario o comisario o agentes policiales que tienen dirección en algún departamento, ellos no tienen la misma mirada porque son los beneficiados de este sistema.

Históricamente, en todo el mundo, los jefes han hablado por la comisaría. Pareciera que es la única voz autorizada. Cualquier policía tiene que pedir permiso,  aún siendo encargado de una seccional, para dar una declaración pública. Imagínate lo que queda para el suboficial

Por eso es interesante hacer también la encuesta a la institución policial. ¿Qué piensan de sus jefes policiales? ¿Qué piensan de la política? ¿Qué piensan del Poder Judicial, de los fiscales? ¿Cómo creen que la sociedad los mira a ellos?

Sabemos lo que piensa el comisariado más jerarquizado. Ahora, ¿qué piensa un sub oficial que está en Lonquimay? Eso le permite al ministerio que tiene que hacer la conducta civil de la seguridad pública tener información mucho más fidedigna.

- ¿Hay una huella de Tierno en la Policía? ¿Es un mito?

- No, para nada. Yo creo que Tierno fue muy sufrido por la policía y que terminó generando tal malestar y tal nivel de exposición que les terminó jugando en contra. El nivel de presión que tenía la policía era intolerable.

- Pero crecieron los hechos de violencia institucional durante sus gestiones…

- Claro, pero hasta contra los propios hijos de la policía. Entonces llegó a ese nivel de desquicio decir esto está equivocado. La presión que tenemos que nos obliga a estar todo el día.

Tierno conducía con el paradigma del Orden y eso es un error. Es un error seguir amparados en el orden pensado del Estado autoritario, de la seguridad nacional. El paradigma es la conflictividad. Cualquier democracia es conflicto, son sinónimos. No hay democracia sin conflicto. La gente no tiene que tenerle miedo a eso, existe en cualquier lugar donde haya un agregado, una sociedad o una comunidad. Hay que gestionar esa conflictividad, establecer jerarquías.

Fuente: Radio Kermés

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