A 140 años de la Batalla de Cochicó: “Mienten mierda”, decía Yancamil

Hoy se cumplen 140 años de aquel 19 de agosto de 1882, fecha en que tuvo lugar la Batalla de Cochicó en cercanías de Puelén. El último grito de libertad Ranquel en la llamada Campaña del Desierto. Pero hubo otro grito, y fue el de Gregorio Yancamil, en la plaza de Victorica.

Zonales 19 de agosto de 2022 Redacción: InfoHuella Redacción: InfoHuella
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MIENTEN MIERDA

En 1923, un 19 de agosto, en el marco del aniversario de la Batalla, Yancamil concurrió a la plaza central de Victorica. El ejército tenía sus héroes y ese día iba a depositar los restos de sus soldados caídos debajo de la pirámide. El coronel Alberto Urtubey, en representación del Poder Ejecutivo Nacional y del Centro de Expediciones del Desierto, empezó a describir la ya conocida historia oficial. Pero ese día, como si la plaza fuese el cerro Cochicó en Puelén, Yancamil levantó la voz y, entre el público, se escuchó: “Mienten mierda (…)” (Ferrari, 2000).  

Ese día terminó en la comisaría, pero su voz, otra vez en alto, mostraba la otra historia.

LA OTRA HISTORIA

El capitanejo Gregorio Yancamil contó en la entrevista con Jarrín su versión de cómo ocurrió la batalla en el cerro Cochicó. Allí también se encargó de desmentir la versión del Ejército, que sostenía que los ranqueles eran unos 300 lanceros. En realidad, eran unos 17 guerreros, con lanzas y boleadoras, que se enfrentaron contra 25 soldados, con fusiles Remington.

En febrero de 1914 se registró en Emilio Mitre la única entrevista conocida al cacique Yancamil. La hizo el maestro Manuel Lorenzo Jarrín y, entre otros puntos, el cacique relató su versión del último enfrentamiento entre los ranqueles y el Ejército: el combate de Cochicó, ocurrido el 19 de agosto de 1882, en cercanías de Puelén.

Jarrín contó que le leyó una nota de un periódico, donde se relataba la batalla. “Después de hablar del tiempo, del campo, de las haciendas, etc., le rogué me narrase el hecho de Cochicó, y para animarlo le leí un artículo aparecido en un periódico, con motivo del aniversario del combate”, escribió Jarrín. Cuando terminó, Yancamil sonrió. “¡Cuánto se miente, Señor, cuánto se miente!”, le dijo el viejo cacique. Y comenzó su relato.

 

-Voy a referirle, asegurándole que esta es la verdad de lo ocurrido en ese encuentro en el que el salvaje reducido y el salvaje libre hemos luchado con desesperación, unos porque eran soldados y nosotros porque éramos indios, todos defendiendo la vida y eso que la civilización llama honor y la barbarie decíamos derecho. Era el 12 de agosto del año 1882 (NdeR: en rigor, 19 de agosto), el cielo encapotado amenazaba descargar un fuerte aguacero, y si fuera ahora que nuestros cuerpos con la civilización se han hecho más delicados tendríamos frío, pero en aquella época, acostumbrados a todos los rigores del tiempo, ni los calores ni los fríos, ni el sol ni el agua hacían impresión en nosotros; hacía varios días que yo y Paineo y 8 compañeros más, habíamos venido del lado del poniente distanciándonos de las tropas que había en la Provincia de Mendoza. Al entrar en La Pampa se nos unieron 7 soldados desertores, componiendo el 12 de agosto un grupo de 17 hombres armados de lanza, boleadora y cuchillo, bastante mal montados a causa de lo largo de la travesía que casi remató nuestros caballos; a poca distancia del paraje llamado Cochicó (agua dulce) avistamos un grupo de soldados que creo eran 23 hombres, indígenas reducidos al servicio del Ejercito Nacional, la sorpresa del encuentro nos obligó al ataque, así como creo que a los soldados los obligó a la defensa, los soldados iban cediendo el campo recostándose hacia el cerro de Cochicó, estaban armados de fusiles arma poco temible en manos de quienes no son diestros en su manejo, de cuchillos y algunos de boleadoras, los mandaban los tenientes indígenas Mora y Simón; al llegar al cerro, la amenaza de lluvia se cumplió y llovía copiosamente, serían las dos de la tarde, Paineo se precipitó a la lucha antes de tiempo e hizo en los primeros momentos indecisa la victoria; tres horas largas duró el combate, el cansancio de aquella lucha cuerpo a cuerpo empezaba a notarse, 3 o 4 muertos había de cada parte, los insultos se cruzaban, heridas teníamos todos, a la voz de Paineo “Terminemos de una vez” redoblamos la fuerza del ataque, fue un momento terrible, la noche se echó encima, eso favoreció el desenlace, 16 soldados aprovechando la oscuridad y contando que no podían ser perseguidos por los pocos que quedábamos y no tener caballos para eso, tomaron precipitadamente sus ensillados y se retiraron hacia el creciente, quedamos pues dueños del campo; curamos lavando nuestras heridas y poniéndoles yuyos curativos, y nos acostamos sin desensillar nuestros caballos por el temor de que viniesen a sorprendernos; al rayar el día todo estaba tranquilo y pudimos reconocer ocho compañeros muertos y 6 soldados muertos y 1 bastante mal herido pero con vida, llamabase José Trainmá, lo auxiliamos, lo cuidé y me figura no ha de estado descontento del trato que se le ha dado pues aunque Paineo quería rematarlo yo me opuse a ello, cosa que motivó nuestra enemistad, pero no lo siento, pues antes, como después y como ahora, tengo la idea firme de que a enemigo rendido no se le ataca, pero se le cuida”.

 

-¿A qué atribuye Ud. Señor Yancamill, eso de que 17 paisanos, hubieran vencido a 23 soldados?- preguntó el maestro Jarrín.

 -Señor, a que un indio libre en aquellas épocas luchando por sostener la libertad, por la tierra que creíamos nos pertenecía, valía por 5 hombres, no temía la muerte y luchaba con coraje, esa es la causa.

Fuente: Libro “Un quijote en La Pampa. Los escritos de Manuel Lorenzo Jarrín (1883-1942)” – (2011). Claudia Salomón Tarquini, María de los Angeles Lanzillotta, Leonardo Ledesma, María Silvia Di Liscia, Valeria González Otero y Luciano Valencia.

Diario Textual.

Yancamil El último grito Ranquelino. Hugo Ferrari (2000. P, 115). Fundación Ferrari. Colaboración de material Biblioteca Popular Bartolomé Mitre de Victorica / María Antonia Gallego. 

 

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