Son las once de la mañana de un martes gris y la llovizna hace retranca. El Atuel, más vacío que nunca, es arena suelta, muy suelta, que tapa hasta la mitad el alambrado del límite, el que divide La Pampa de Mendoza en Puente los Vinchuqueros, pleno oeste pampeano.

Juan Cabandié está en el medio del cauce. Es el ministro de Ambiente de Nación y está plantado con los pies en el atuel pampeano. No se moja ni se va a mojar, las consecuencias del corte por parte de la vecina provincia de Mendoza están ante sus ojos, en ese callejón sediento repleto de arena.
“Estamos acá para visibilizar esto y apoyar el diálogo para que los problemas se solucionen. No vamos a estar impávidos ante la realidad sin poner nuestras obligaciones. La única salida es la fraternidad. El Cambio Climático va a generar situaciones similares”, dice.
En ronda, un ruego Ranquel invita a que vuelva a correr el agua. Juan sigue allí, junto al gobernador de La Pampa Sergio Ziliotto e intendentes de los pueblos vecinos, quienes tratan de graficar que Mendoza se apropió del agua que también es pampeana. A su turno, Marta Paturlanne, jefa comunal de Santa Isabel, le cuenta que en la zona había riego con agua del río, pero que todo desapareció. Oscar Gatica, de Algarrobo del Águila, se suma a la charla y enumera el éxodo poblacional de los oesteños, ya que muchos se tuvieron que exiliar de sus tierras en busca de un bienestar familiar y el de sus animales, o quedarse a resistir en la nada misma. Gran parte de la flora y la fauna, desapareció.
Juan sigue arriba del Atuel seco. Escucha atento. En pocos renglones y, a la hora de contar el corte del atuel, referentes oesteños nombraron palabras fuertes, que parecían ir contando con términos sueltos su vida: apropiación, desaparición, exiliados, resistencia.
Juan es hijo de desaparecidos, nació en la ESMA y fue apropiado, en plena dictadura militar. Recuperó su identidad recién en enero de 2004, cuando tenía 25 años.
En el atuel y, salvando las distancias, se hace eco de la lucha pampeana del río desaparecido y pide fraternidad.
Mientras camina, Ziliotto le promete que próximamente lo llevará a conocer Casa de Piedra: “Allí te quiero mostrar lo que hacemos los pampeanos con agua”, le adelanta.
Así como Juan fue restituido, La Pampa sigue en la lucha para que el Atuel vuelva a correr por el oeste pampeano de punta a punta y, como ese enero de 2004 de Cabandié, el cauce se llene de identidad para siempre.