Por: Lic. Sabrina Alcaraz (*) / RRHH

El escenario actual es totalmente nuevo para todas las personas y lógicamente no tenemos experiencia en cómo se vive el aislamiento, o se combate una pandemia. Nuestra mente pasa por distintos estados a lo largo de un mismo día y las emociones nos invaden. Es probable que ansiedad, miedo y obsesión sean algunas de ellas. Sobretodo si estamos constantemente leyendo información sobre el virus, hablando del mismo tema e imaginando miles de escenarios drásticos en nuestra cabeza. Así se arma la historia que nos contamos. Se nutre de todo lo que leemos, pensamos, sentimos y cómo nos relacionamos.
A través de múltiples especialistas, la Neurociencia nos ha enseñado cómo le gusta rumiar a nuestra mente, esto es, quedarse estancada pensando una y otra vez el mismo tema. Como si revolviéramos una sopa sin parar. La ansiedad y el miedo son grandes amigos de la mente rumiante y les encantan las historias sobre cosas en las que no tenemos control, potencialmente dañinas y donde todo termina mal. Si no nos damos cuenta, podemos pasarnos horas rumiando un tema, repitiendo la historia una y otra vez. ¿Cómo se imaginan su vida si tuvieran que ver la película más triste que hayan visto, sin parar, todo el día?
Y si, este escenario es triste y desafiante; para muchas familias es un punto de quiebre y pone en riesgo la salud de quienes amamos. Pero esta es la parte de la historia sobre la que no tenemos control. Hay otra parte sobre la que sí podemos hacer cosas y comenzar a contarnos otra historia sobre esta realidad.
El punto de partida es recordar que podemos sentir más de una emoción a la vez, o pensar de distintas maneras sobre un mismo tema. Me siento bien y me siento mal pueden coexistir. Estar agradecida y a la vez frustrada. Cansado y emocionado. El amor y el enojo. El dolor y la risa. Son todas emociones y sensaciones que podemos sentir frente a una misma situación. Lo que podemos elegir es sobre cuál ponemos el foco. Esto no quiere decir negar lo que no nos gusta y hacer de cuenta que nada pasa. Quiere decir hacer uso del poder que tenemos de elegir nuestra historia y que no elijan la ansiedad y el miedo por nosotros.
¿Qué podemos hacer para elegir nuestra historia?
• Tener una actitud más optimista. No se trata de ser “positivo” en este escenario, y decir que todo está bien aun cuando no lo esté. El optimismo por el contrario, es la creencia profunda de que todo va a estar bien. Que pasaremos este momento y lograremos nuevamente estar bien. Quizás no como antes, pero bien. Para fortalecer nuestro optimismo un buen ejercicio es recordar algún otro momento de nuestras vidas que haya sido muy duro. Todos tenemos en nuestro recorrido algún momento donde pasaron cosas malas, pero pudimos seguir adelante. En esas historias se esconden nuestras fortalezas, las personas que más valoramos y aquellas habilidades que nos ayudaron a salir adelante.
• Enfocate en el momento presente. La ansiedad y el miedo se alimentan de fantasías sobre un futuro malo, donde solo pasan cosas negativas. Viven del futuro y del pasado. No hay nada que debilite más la ansiedad y el miedo que una mente que vive el presente. Si estas cocinando, conéctate con tus sentidos, los olores de esa comida, los ruidos del agua hirviendo. Si estás con tu familia, deja el celular y vive ese momento. Mirate a los ojos con esas personas tan importantes para vos. Si esas personas están lejos, conéctate por las redes. El aislamiento es presencial, no virtual. Y que ese momento sea únicamente para ellos.
• Menos información, es más calidad de vida. Si estamos constantemente mirando estadísticas, escuchando todo el día información sobre el virus y sus consecuencias a lo largo del mundo, es poco probable que logremos sentirnos menos estresados. El contexto no va a cambiar, ni para bien ni para mal, porque estemos llenándonos de noticias todo el día. Lo que SI puede cambiar, es cómo te sentís. Te sugiero que elijas dos momentos del día para acceder a todas las novedades sobre el tema, que elijas dos o tres fuentes certeras y confiables, y una vez que termine ese momento puedas continuar con tu rutina.
• Agradece. Cada mañana y cada noche, comienza y termina el día agradeciendo tres cosas en tu vida. La gratitud es el acto de reconocer algo en tu vida. Para una buena historia en tu vida, nada mejor que tener presente aquellas personas y cosas que hacen tu vida más linda. Si haces esto a diario, te darás cuenta qué importantes son esas pequeñas cosas que damos por sentado en nuestras vidas.
Ojalá estas palabras te ayuden para que al final de cada día, puedas elegir TU historia. Seguramente no serán siempre historias felices, pero serán las que mejor hablen de vos. Esas que cuenten cómo has llorado, cómo has sentido ansiedad y miedo. Pero también contarán cómo luchaste, cómo sonreíste, cómo abrazaste y te volviste a levantar.
(*) Lic. Relaciones del Trabajo RRHH / Fundadora de Humanly Consultoría