Por: Lic. Sabrina Alcaraz (*) / RRHH

Es probable que te resuene la experiencia de Julia y ojalá hayas encontrado la forma de ponerle “subtítulo” a la cultura y costumbres de tu equipo o grupo, pero intentemos comprender por qué nos ocurre esto.
Las personas tenemos la mala costumbre de “dar por hecho”. Le ponemos la etiqueta de sentido común, o de obviedad a situaciones, relaciones o responsabilidades y cuando la otra persona no responde a nuestras expectativas nos enojamos o cuestionamos sus motivos.
Cuando trabajo con mis clientes suelo decirles: la cajita que no abriste, permanece cerrada. En las reuniones todos/as sabemos que cada cajita es un tema, cada persona es responsable de llevar sus cajitas y de abrirlas. Si no abrís tu cajita, nadie puede adivinar lo que hay dentro. Esto aplica a equipos de trabajo, a la familia o grupos deportivos. Por ejemplo: si queremos promover la escucha activa en un equipo, pero nunca generamos reuniones, si las conversaciones no son parte de nuestras rutinas o cuando las personas hablan permitimos chistes o interrupciones de cualquier tipo, por más que hablemos de escucharnos el mensaje potente que se transmite es que no existen espacios de escucha y, que de haberlos, no se respetan. Entonces tenemos la cajita de la escucha activa, pero nadie la abre.
Por otro lado, solemos darle mucha importancia a determinados momentos y situaciones, pero desestimamos el enorme poder del día a día.
Los mensajes más poderosos se transmiten en cada mañana cuando mi equipo se encuentra, en cada tarea compartida, en cada conflicto, en cada error, en cada éxito. La forma en que un grupo, equipo o familia transita esos momentos escriben a fuego las reglas con las que esas personas se vinculan. Si sabemos capitalizar esos momentos y generamos consciencia de lo que estamos haciendo, abriremos las cajitas de la comunicación honesta, los acuerdos positivos y el aprendizaje que nace del error.
Darle sentido a los pequeños gestos de ayuda, pedir disculpas cuando se lastimó a alguien y enseñar cuando hay un error, son formas positivas de darle voz a esa “reglas” que silenciosamente llenan nuestros días.
Cuando J. K. Rowling escribió Harry Potter y el misterio del príncipe, el título original era Harry Potter and the Half-Blood Prince, que sería más bien: Harry Potter y el Príncipe mestizo. En los dos casos tenemos un príncipe, pero en el título en español se nos adelanta que está envuelto en un misterio, cuando lo que la autora quería destacar era su condición de mestizo, que no era el misterio a desvelar ni mucho menos. En las organizaciones y en las familias muchas veces pasa esto: ¡Ojo con las traducciones! Cuidemos la comunicación entre nuestras personas, esto implica tener conversaciones donde podamos ser reales y vulnerables. Donde las palabras cooperación, logros, errores, crecer, oportunidades, tengan un solo significado y no múltiples traducciones. El mejor radar para detectar traducciones es mirar, observar el lenguaje corporal de quienes están en ese momento. Estar cien por ciento presentes en cada reunión, en cada charla, en vez de estar pendientes del celular. Las miradas, los silencios y las sonrisas serán el mejor indicador para saber si estamos hablando el mismo idioma… o si en silencio se están escribiendo significados y costumbres a las que nadie les está dando voz.
(*) Lic. Relaciones del Trabajo RRHH / Fundadora de Humanly Consultoría
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