Aves del norte argentino “escapan” al sur y una de ellas fue registrada en Luan Toro

Un estudio de la Universidad Nacional de Tucumán sugiere que numerosas especies de aves del norte argentino ampliaron su área de distribución hacia el sur del país durante la última década. Las alteraciones en el clima y en el ambiente podrían explicar estos desplazamientos. Cinco especies fueron registradas en La Pampa.

Columnas20 de enero de 2024Redacción: InfoHuellaRedacción: InfoHuella
Birro colorado

Escribe en InfoHuella: Mariano Pineda Abella /  Periodista especializado en Ciencia y Ambiente / E mail: [email protected] 


El trabajo realizado por Patricia Capllnoch, Floyd Hayes y Fernando Ortiz, y publicado en la centenaria revista de ornitología El Hornero, reveló que 94 especies de aves que habitan ecorregiones del norte argentino: Yungas, Paranaense, Chaco-Espinal y Andinas (Altoandinas y Puna) expandieron potencialmente sus áreas de distribución hacia el sur de la Argentina entre el año 2009 y el 2020, especialmente hacia las regiones Pampeana y Patagónica. Estas representan el 9.6% de las especies citadas para el país. Cinco de las mencionadas en el trabajo han sido registradas en La Pampa. El estudio destaca que los resultados constituyen un aporte científico que permitirá a los organismos públicos con incumbencia en la temática contextualizar la importancia de los cambios ambientales a escala regional y continental y conocer cómo afecta a la distribución de las aves.

Capllonch, investigadora del Centro Nacional de Anillados de Aves (CENNA) de la Universidad Nacional de Tucumán y autora principal del trabajo, observó hace tiempo el avance de especies propias de Bolivia, Paraguay y Brasil hacia Argentina, y también de especies del norte del país hacia el sur. Como consecuencia, se propuso revisar todo lo publicado en papers científicos y en el proyecto de ciencia ciudadana eBird, con origen en el Laboratorio de Ornitología de la Universidad de Cornell (Estados Unidos), que apoyaran sus presunciones. “El trabajo es una revisión de citas para apoyar un patrón que se hacía evidente para mí”, destaca la ornitóloga.

El desplazamiento por las ecorregiones

La exhaustiva revisión bibliográfica sobre nuevos registros de aves en zonas australes, la recopilación de comunicaciones y las observaciones de la autora y equipo, determinaron que la Selva Paranaense (noreste argentino) aportó la mayor cantidad de especies de aves que aumentaron su rango de distribución hacia el sur, con un total de 32. El dato no sorprende porque esta ecorregión, que comienza en Brasil e ingresa a la Argentina por Misiones, es considerada la más diversa y de mayor endemismo del país. El artículo señala que una particularidad presente en esta ecorregión es la denominada selva de galería, que son zonas de tránsito intenso de aves migrantes que siguen los dos grandes ríos del Litoral argentino. Las aves de esta área que fueron registradas más al sur son la “Torcacita Colorada” (Columbina talpacoti) y el “Burrito Negruzco” (Porzana spiloptera), ambas en la costa de Chubut.

Por su parte, 25 especies que habitan las yungas, región ecológica compartida con Bolivia, podrían haber aumentado su distribución austral la pasada década. Llegaron hasta La Rioja, San Juan e inclusive Córdoba y Mendoza. El listado confeccionado para la publicación menciona a variedades de picaflores, como el “Tucán Grande” (Ramphastos toco), y la “Mosqueta Pico Curvo” (Phyllomyias burmeisteri), entre otras.

También 25 especies de la ecorregión del Chaco marcharon al sur en este período. Se dirigieron hacia el Espinal, la región Pampeana y la Patagonia. La que se extendió más fue el “Zorzal Chalchalero” (Turdus amaurochalinus), observado en Santa Cruz, y la “Gallareta Escudete Rojo” (Fulica rufifrons), en Tierra del Fuego, donde termina el continente.

Finalmente, el equipo de investigación detectó apenas 12 especies de los ambientes de la Prepuna, la Puna y Altoandina (menos biodiversas que las anteriores) que se corrieron hacia el sur. Observaron que la “Torcaza Ala Blanca” (Zenaida melodase) se está expandiendo rápidamente hacia abajo, desde la costa ecuatoriana y peruana. En Argentina fue detectada por primera vez en La Rioja. Sin embargo, voló más y llegó hasta San Juan y varias provincias patagónicas. El “Matamico Andino” (Phalcoboenus megalopterus), propio de la Puna y la Cordillera de Los Andes, alcanzó el norte de la cordillera patagónica e incluso las Sierras Chicas, en Córdoba, fuera del ambiente cordillerano.

Capllnoch, que desde 1976 se dedica a investigar aves, manifiesta su sorpresa con los picaflores: “me sorprenden porque son tan minúsculos y tan poderosos, con tal capacidad de migrar y colonizar”. Así lo demuestran el “Picaflor Frente Azul” (Eriocnemius glaucopoides) y el “Picaflor Enano” (Microstilbon burmeisteri), cuya área de distribución son las yungas, y fueron registrados en La Rioja y Córdoba respectivamente. También otros picaflores de la selva paranaense han sido reportados en la provincia de Buenos Aires.

Porqué se están dirigiendo al sur

El estudio advierte que es muy complejo generalizar el motivo por el que este conjunto de especies amplió su rango de distribución hacia el sur. “Según las especies podrían haber influido diferentes causas”, aclara Capllonch. Sin embargo, determinados procesos como el aumento de las temperaturas medias, la expansión de las fronteras agrícolas y el establecimiento de poblaciones humanas donde antes no las había, inciden en estos desplazamientos.

El cambio climático juega su papel en esta problemática. En la Patagonia, donde se ha detectado parte de esta avifauna, el aumento de la temperatura fue mayor que en el resto del país para el período 1960-2010. En algunas partes de esta región, la temperatura aumentó 1°C, según un artículo sobre cambio climático en Argentina publicado por la destacada meteoróloga e investigadora contratada del Conicet, Inés Camilloni. Incluso, datos del Servicio Meteorológico Nacional reafirman esta tendencia: en 2021, en la Patagonia, los termómetros marcaron un promedio de +1.1 °C y lograron así batir el récord histórico de calor para esta zona. De esta forma, “la convierte en un ambiente menos desconocido para especies que se encuentran en lugares cálidos, como el centro-norte de Argentina”, afirma Capllnoch.

El desmonte sería otro de los motivos que explicaría esta expansión hacia el sur de las aves. La deforestación sigue en aumento. El bosque nativo, especialmente en la región Chaqueña que es el más amenazado del país, está dando lugar al cultivo de la soja y a la explotación ganadera. La organización Greenpeace dio a conocer que en el primer semestre de 2023 fueron deforestadas 51600 hectáreas de bosques. A través de imágenes satelitales se detectó que la mayor parte ocurrió en Santiago del Estero y Chaco. El intento de modificación de la actual Ley de Bosques, que promueve la controversial Ley Ómnibus, tampoco ofrece un panorama alentador a futuro, ya que otorgaría las condiciones para desmontar áreas que están protegidas, y favorecería al agronegocio.

Entonces, “frente a estas constantes modificaciones ambientales y al cambio climático, las especies reaccionan con mecanismos de dispersión o retracción, que no son por azar, sino que obedecen a factores ecológicos y a la disponibilidad de recursos presentes en su hábitat”, reflexiona la especialista.

Qué especies llegaron a La Pampa. El caso del Aguilucho Colorado

En la recopilación de información realizada por el grupo se puede observar que cinco especies llegaron a territorio pampeano. Estas son: el “Birro Colorado” (Hirundinea ferruginea), proveniente de las yungas, que fue divisado en Luan Toro en 2019 (Foto de portada:  Birro Colorado. Foto: Martin López ML 282284361| eBird); "El Celestino" (Thraupis sayaca), propio de la Selva Paranaense, fue visto en 2009 en el Parque Nacional Lihué Calel.

Pato crestudo
Pato Crestudo. Foto: Jorge Quiroga ML 97116401 | eBird
Aguilucho Colorado
Aguilucho Colorado. Foto: Ignacio Zapata ML 461948211 | eBird

La ecorregión que más aves aportó a La Pampa fue la del Chaco-Espinal. Se observaron: el Pato Crestudo (Sarkidiornis sylvicola), que fue citado por primera vez en 2009; el “Cachilo Corona Castaña” o “cachilo chaqueño” (Rhynchospiza strigiceps), en 2020 en el Parque Nacional Lihué Calel; y el “Aguilucho colorado” (Buteogallus meridionali), en 2017, en la zona de Limay Mahuida. Ninguna de estas aves se encuentra en peligro de extinción, según la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN, por sus siglas en inglés).

Cachilo Corona o Chaqueño
Cachilo Corona o Chaqueño. Foto: Jorge Claudio Schlemmer ML 204626321 | eBird

José Sarasola, doctor en Ecología e investigador independiente del Conicet con lugar de trabajo en el Instituto de Ciencias de la Tierra y Ambientales de La Pampa (Incitap-UNLPam-Conicet), estudia las águilas coronadas, actualmente denominadas Águilas Chaco. En el verano de 2016, se encontraba haciendo, como todos los años, el monitoreo de las poblaciones reproductivas de esta rapaz junto con su colaborador, Mariano Pérez, cuando avistó un adulto de “Aguilucho Colorado” sobre un pilar del tendido eléctrico que acompaña el trazado de la ruta provincial N.º 20 (conocida como “Ruta del Desierto”), entre las localidades Chacharramendi y La Reforma.

celestino
Celestino. Foto: Raúl Gustavo Borgo ML 247341521 | eBird

Las fotografías que tomó a corta distancia le permitió identificar las características distintivas del ejemplar, como el color, el plumaje borrado del pecho, la banda subterminal blanca de la cola y la banda terminal de las plumas de las alas. También usó otros recursos para determinar la especie. “En primer lugar, uno va a la guía de aves que tienen un mapa de distribución de las especies para ayudar al observador. Además, hoy en día contamos con plataformas de ciencia ciudadana donde la gente sube sus registros. Estas plataformas ofrecen mapas más actualizados porque se van conformando en tiempo real cada vez que alguien carga algún registro. A partir de ahí, observamos que no había en las plataformas de ciencia ciudadana ningún registro para La Pampa, como tampoco en las guías de aves. Eso nos permitió establecer que es el primer registro de aguilucho colorado”, explica Sarasola, que también es director del Centro para el Estudio y la Conservación de las Aves Rapaces de Argentina (Cecara-UNLPam).

Este registro no solo fue el primero para la Provincia, sino para el “Desierto del Monte”, una ecorregión completamente nueva para esta ave. “También es el registro más austral de este Aguilucho, ubicado a más de 700 kilómetros al sudoeste de sus límites de distribución extremos conocidos hasta hoy”, acota el especialista en rapaces, que publicó su observación en la revista Nuestras Aves, que edita “Aves Argentinas”, una ONG con más de 100 años de trayectoria.

Aunque falta mucho por saber sobre esta especie, se conocen aspectos generales, como de qué se alimentan, cómo hacen los nidos y cuántos huevos ponen. Como son típicas de ambientes de humedales, ¿qué hacía en una zona árida de La Pampa? La respuesta que formula Sarasola es que el registro fue hecho a unos 12 kilómetros del cauce del río Salado-Chadileuvú, que en ese año transportaba un mínimo de caudal de agua debido a que había un ciclo de mayor precipitación en ambientes semirárdios, que coincide con el fenómeno de la corriente de “El Niño”. La presencia de agua favorece una mayor producción vegetal en forma temporal y, en consecuencia, un aumento en la abundancia y disponibilidad de presas de las que se puede alimentar el “Aguilucho Colorado”, como pequeños mamíferos, aves e insectos. Sin embargo, también especula que este registro podría estar representando también la evidencia de un paulatino incremento y ampliación del rango de distribución de la especie. En todo caso, son respuestas que deberán llegar de la mano de más estudios. “Hasta el momento -dice Sarasola- no se ha vuelto a ver en la Provincia. Al menos ningún ornitólogo o naturalista lo ha reportado”.

Este dato conduce a la pregunta: ¿un único registro de la especie puede determinar que ésta amplió su área de distribución y se encuentra permanentemente en ese nuevo lugar? Christian Relling, coordinador del equipo de Comunicación de “e-Bird argentina” responde: “un registro no marca de por sí cuál es la distribución de una especie. Que haya aparecido un registro por fuera de la distribución normal puede deberse a muchos factores y puede responder a aspectos que no tienen que ver con la ampliación de su distribución”. Y agrega: “para determinar que la distribución de alguna especie ha cambiado no basta ni siquiera con varios registros. Hay que poder identificar que la especie permanece de manera continua a lo largo del tiempo; que se observe que comienza a anidar, a alimentarse, a cazar, a reproducirse en esas zonas. Para ello, hay que hacer un estudio a largo plazo”.

En el mismo sentido, Capllnoch dice que los desplazamientos hacia el sur son generalmente lentos en el caso de aves residentes, que van extendiendo pausada y gradualmente sus rangos de distribución austral. Pero también hay casos sorprendentes como el de la Torcaza Ala Blanca -el primer registro para Argentina fue en la Rioja en 2007-, que ya colonizó la provincia de Santa Cruz”.

Mantener actualizado el listado de esta avifauna -en enero de 2024 integrantes del Cecara realizaron un nuevo registro para La Pampa: el “Águila Pescadora” (Pandion halieatus)- que se está esparciendo permitirá entender qué cambios están sucediendo en el ambiente, dará más información a los equipos de investigación para establecer si efectivamente están ampliando sus áreas de distribución y podría ser el puntapié para que los tomadores de decisiones cuenten con evidencia científica al momento de hacer sus intervenciones.

El aporte de la ciencia ciudadana

Un aspecto clave para la conservación de las aves es conocer su distribución. Así, la colaboración de la ciudadanía haciendo registros a lo largo del país es muy valiosa para científicas y científicos dedicados al estudio de temas de ornitología, entre otros tantos. La ciencia ciudadana, justamente, involucra la participación activa de miembros del público (no necesariamente vinculado al mundo académico) en la producción de conocimiento científico. En este sentido, la indagación realizada por Capllnoch y sus colegas, además de la revisión de artículos científicos, utilizó eBird. Se trata de una “plataforma (en formato de página web y aplicación para dispositivos móviles) creada para compartir y acceder a registros de aves de todo el mundo. Es la base de datos ornitológica más completa a nivel mundial, donde los usuarios son sus protagonistas. Los datos que aportan las personas puedan ser utilizados por cualquier otra, en cualquier parte del mundo, ya que es de acceso libre y gratuito”, define en su página web la organización.

Durante el 2023, investigadoras e investigadores de todas partes del mundo publicaron más de 150 artículos incorporando datos de eBird. También existen otras similares como ArgentiNat.org y EcoRegistros, aunque no son las únicas. Dejando de lado las aves, en Argentina hay un total de 100 (cien) proyectos activos de ciencia ciudadana, según el Mapeo Nacional de Ciencia Ciudadana, realizado en conjunto por el ex Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación y el Laboratorio de Aceleración del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Ambas entidades estimaron que más de 44 mil personas han participado de alguna manera en estas iniciativas, de las cuales el 56% corresponden al área de las ciencias naturales. También hay propuestas de ciencias sociales, ingeniería y tecnología, humanidades, ciencias agrícolas, y ciencias médicas y de la salud. Todas ellas a disposición de quienes quieran hacer su aporte a la construcción de conocimiento.

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